El original de Japón era campy y divertido. Los ingredientes, que no eran tan inusuales para el público japonés, fueron fascinantes para el público occidental. Todo el concepto era fresco y los locutores fueron muy teatrales y el doblaje de voz fue un disturbio.
La versión de Alton Brown no es ni siquiera una imitación pálida, es la versión pretenciosa de un espectáculo que pretendía tomarse en serio, pero todos estaban metidos en la broma.