La respuesta anónima es básicamente correcta: el té y la taza parecen más fríos que el aire porque son mejores conductores térmicos y, por lo tanto, absorben más rápido el calor de la mano cuando los tocas. Esta es también la razón por la cual un objeto de metal se siente más frío al tacto que un objeto de madera, por ejemplo, incluso cuando ambos están a temperatura ambiente.
Sin embargo, debido al enfriamiento por evaporación, el té (y, por lo tanto, la taza) en realidad pueden enfriarse un poco más que el aire de la habitación. La magnitud de este efecto depende de la humedad, el flujo de aire, etc., pero generalmente es de unos pocos grados. El mecanismo para este enfriamiento es que las moléculas de agua de alta energía (caliente) están dejando la superficie del té como vapor y, por lo tanto, las moléculas de agua que quedan atrás tendrán una temperatura promedio más baja.