Respuesta corta: puede haber.
Aparte de lo que física y biológicamente podemos y no podemos comer, las preferencias alimentarias parecen ser una mezcla compleja de naturaleza y nutrición. Muchas preferencias alimenticias pueden desarrollarse por hábito, asociaciones con buenas emociones, dietas infantiles (lo que aprendió a gustar, por ejemplo, comidas picantes), etc., mientras que otras preferencias alimenticias, como el desagrado infame por el cilantro, pueden ser influenciadas por una o , en el caso del cilantro, es probable que haya una cantidad de genes que dan a algunas personas la capacidad de detectar (saborear u oler) compuestos en alimentos que otras personas no pueden. Con el cilantro, algunos saborean un sabor jabonoso inquietantemente fuerte, mientras que otros no.
Para mí, el cilantro hace que todo lo que toca tenga sabor a detergente. Además, con las comidas picantes, no crecí comiendo especias fuertes, así que no toleré nada mucho más caliente que las papas fritas BBQ. También suelo encontrar café demasiado amargo para beber, ya que nunca tuve la oportunidad de desarrollar un hábito o gusto. Finalmente, mi comida favorita de todos los tiempos es la papas fritas, probablemente porque era vegetariano cuando era niño y solo comía papas fritas cuando mi abuela nos llevaba a McDonald’s para conseguir el juguete de los niños (que fueron buenos momentos). Básicamente, la preferencia alimenticia parece ser una mezcla compleja de química y experiencia humana.