Llevar un plato de comida sería mostrar la creencia de que el anfitrión no puede o no quiere ser un proveedor generoso. Un regalo de golosinas o un licor caro sería patinar casi insultante, a menos que tenga la clara expectativa de que sea un regalo para el anfitrión, no un servicio para los invitados de la noche.
Para una reunión de amigos sin anfitriones, una cena de cooperativa o de suerte, las cuestiones de “cara” son un problema menor, excepto en el caso de una extravagancia extrema que robaría “cara” a los demás.