Nunca he experimentado ese fenómeno, así que me temo que no estoy calificado para responder. Lo que voy a decir es que encuentro deliciosos deliciosos trozos, pero también que me destrozan las tripas tanto que parece que comí tres sillas plegables sucesivas y que todas se abren lentamente en mi intestino grueso.
Los hice para mis hijos y para mí una noche y todos los engullimos, y luego, en una fuerte muestra de solidaridad, pasamos la noche juntos en la sala de estar, agarrándonos el estómago y asegurándonos que probablemente no moriríamos.