Se trata del tiempo que toma. Claro, podrías poner un horno a 120 grados y darle unos días, dejándolo enfriar y calentar durante un período de 24 horas, pero eso es muy ineficiente y costoso.
En cambio, ¿por qué no usar el calentador en el cielo? Secar lentamente los tomates permite que se desarrollen azúcares, que la fibra se descomponga primero y luego se vuelva cristalina (la densidad que se siente cuando muerdes el tomate) y el agua se evapore lentamente en lugar de explosivamente, perforando agujeros en la estructura del tomate.
Buenos tomates secados al sol son un festín para la vista.