En general, no es recomendable dejar los huevos sin refrigerar debido a que acelera el deterioro de la calidad del huevo y el crecimiento de microorganismos.
Cuando los huevos se han refrigerado y luego se mueven a una temperatura más cálida, existe la preocupación adicional de sudar. La humedad que se acumula en el caparazón debido al cambio de temperatura puede ayudar a las bacterias y al moho a entrar en los poros del caparazón. Combine esto con el problema antes mencionado de crecimiento de microorganismos a temperaturas más altas y se convierte en un problema grave de inocuidad alimentaria.