A los chinos les encanta generalizar *, particularmente cuando se trata del carácter de personas de otras ciudades, provincias e incluso países. Beijing es la capital de la política, de la historia, de la cultura y de la tecnología. Shanghai es la capital del dinero, del cosmopolitismo, de los rascacielos y de la modernización. Según la historia, los hukou-titulares de cada ciudad desprecian a los de la otra, alegando que se les inculca con despreocupación y prepotencia por ser de una gran capital. Ambos tienen razón hasta cierto punto. Ambos están unidos, sin embargo, en sus opiniones de aquellos que están fuera de su ciudad. Incluso las personas de las ciudades de segundo y tercer nivel desprecian a “外地人”.
* Soy consciente de la hipocresía cómica en esta declaración, pero creo que es justa.