No es tan simple como eso. Si lo fuera, podría ser culpable, pero no lo es.
Solo como un pequeño ejemplo: hubo un llamamiento de caridad en la radio aquí en el Reino Unido un día el año pasado, pidiendo ayuda para una pequeña ciudad africana. Había estado en un estado terrible hace 25 o 30 años; la desnutrición era abundante, y los niños morían por falta de alimentos y agua potable. Pero la gente había dado generosamente, la infraestructura local había mejorado enormemente, y esos niños enfermos habían sobrevivido y florecido, como lo habían hecho muchos desde entonces. El lugar se había multiplicado, porque todos los bebés sobrevivieron, las tasas de mortalidad se habían precipitado en la nariz y tuvieron una verdadera explosión demográfica.
De hecho, el lugar había más que triplicado su población desde aquellos días oscuros, y ahora había tantos que la cantidad de ayuda que recibía ya no era suficiente; necesitaban que la gente diera mucho más dinero para apoyarlos.
Debo decir que me negué a donar.
La población de África se ha más que duplicado desde 1980, y se espera que se duplique nuevamente para 2050 (Crecimiento de la población en África: comprender la magnitud del desafío). Cuanta más ayuda proporcionamos, más peligro corremos de sofocar a las empresas locales y alimentar el crecimiento de la población. Nuestra generosidad bien intencionada puede resolver algunos problemas a corto plazo, pero está creando otros.
Tratar de ayudar en África no es tan simple como eso.