Todo lo anterior, más usted.
Nuestro cerebro es algo extraño.
Es la estructura más compleja del universo, y todavía no puede guardar muy bien los recuerdos. Modifica partes de ellas, las sobrescribe, olvida partes y piezas y, a veces, incluso recuerda algo que nunca sucedió. Anoche soñé que tenía un acuario lleno de serpientes de agua y mi padre y mi marido los mataron a todos porque la mesa en la que estaba el acuario no era lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Se siente como un recuerdo, porque tengo sueños muy vívidos.
Ahora, nuestros sentidos son realmente otra cosa.
Especialmente nuestro sentido del olfato . Y nuestro sentido del olfato está directamente, intrínsecamente, fuertemente conectado con nuestro sentido del gusto , hasta el punto de que si tienes una nariz tapada no puedes probar mucho en la comida.
Nuestras narices son increíblemente buenas guardando recuerdos. El instinto más primordial de cada mamífero es reconocer seguridad, peligro, comida, fuego, familia, amigo, enemigo, agua, veneno, primero a través de su nariz y luego a través de sus ojos y oídos, y luego a través del gusto y el tacto, en ese orden. Es una cuestión de vida o muerte.
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A pesar de que hemos perdido la mayor parte de ese instinto a medida que nos volvimos más inteligentes y civilizados, todavía es más poderoso de lo que creemos.
Por lo tanto, imagine nuestro fuerte sentido del olfato trabajando con nuestros cerebros de niños altamente plásticos para hacer impresiones que son más o menos indelebles, y se quedará con nosotros para siempre. Cuando somos niños, todo es nuevo, y todos sabemos cuán fuertes son las primeras impresiones. Se quedan con nosotros, nos gusten o no.
Probablemente hayas cambiado mucha información visual sobre tu infancia y ni siquiera te des cuenta, pero no puedes cambiar la memoria de un aroma y, por consiguiente, del gusto, porque trabajan en estrecha colaboración.
Poético, ¿no? Las narices son bastante fascinantes si me preguntas.
Nunca olvidé lo que olía la casa de mi abuela: alfombra vieja, muebles de madera de nogal, talco, hierba, y tampoco he olvidado nunca cómo olían y olían sus frijoles negros, su té de cáscara de manzana y su sopa de pasta y perejil. Estoy bastante seguro de que nunca volveré a probar esas cosas, lo cual es triste.
Aprecia esos recuerdos y sigue buscando formas de combinarlos con otros nuevos. Mantiene el mundo interesante y te mantiene alerta, curioso y vivo.