Un grupo de cabilderos presentó un proyecto de ley al Congreso a fines de la década de los setenta que habría hecho ilegal la posesión o el transporte del ingrediente principal en la lluvia ácida. Este ingrediente principal era difícil de descomponer en elementos inferiores debido a su asombrosa estabilidad. Requiere que se queme para evaporarlo, creando así un peligro para la seguridad. Exigía la congelación para erradicarla a granel, lo que requería grandes gastos de fondos y la movilización de ejércitos de hombres y equipos. Era corrosivo para las sustancias ferrosas, lo que hacía imposible su eliminación permanente en contenedores metálicos. Ya estaba presente en la mayoría de los lugares del mundo, lo que requeriría esfuerzos internacionales para detener los derrames y los diferenciales posteriores. En resumen, podría ser peligroso en todas sus formas para humanos, animales y plantas, si no se maneja con experiencia.
Cuando el Congreso preguntó cuál era la composición química de este ingrediente principal en la lluvia ácida; el representante del grupo de cabilderos respondió con “DihydrogenMonoxide, señor”.
Cuando se le pidió que lo pusiera en términos sencillos, dijo: “¡Agua!”
Dios, eso fue divertido!