La deshidratación hace que nuestros riñones liberen una hormona que conserva nuestra fuente de agua, pero al mismo tiempo (o para aumentar el efecto) reduce la producción de saliva. Boca seca.
Con el hambre se produce otra hormona que provoca la sensación de hambre (oye, hora de comer) pero también moviliza la producción de ácido en el intestino y la actividad muscular para prepararse para la comida esperada. Hasta el punto de que el estómago vacío (que ha señalado su vacío al cerebro) eventualmente gruñe.
