Hay muchos libros sobre este tema (puede consultar la biblioteca e incluso Google).
Personalmente opté por una solución más fácil: tarjetas. Cuesta dinero, pero es una inversión de una sola vez que ha estado dando sus frutos durante varios años.
Las preguntas en este juego son abiertas y las respuestas cambiarán a medida que el niño crezca, por lo que nunca será la misma conversación dos veces.