Según los investigadores, la reacción de TRPM5 en nuestras papilas gustativas es mucho más intensa cuando aumenta la temperatura de los alimentos o los líquidos, enviando una señal eléctrica más fuerte al cerebro y dando como resultado un mejor sabor.
“El ejemplo más claro para el sabor dulce es el helado. Como todos sabemos, el helado no sabe dulce cuando está congelado, pero solo cuando lo derretimos en la boca. Por otro lado, el helado derretido es muy difícil de beber porque es extremadamente dulce “, dijeron los investigadores.
“Curiosamente, debido a que el helado se consume frío, los fabricantes de helados deben agregar cantidades considerables de azúcares o edulcorantes para dotar al producto con un sabor dulce muy gratificante, en detrimento de nuestra salud”, agregaron.
El mismo efecto ocurre con bebidas como la cerveza o el vino, en las que el sabor amargo se vuelve mucho más evidente cuando los productos se consumen por encima de la temperatura adecuada.
Por otro lado, los consumidores disfrutan de un cierto sabor amargo en algunas bebidas, como el café, el té o el cacao, por lo que estos saben mejor cuando están calientes.
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